Desert Hunter

shinhy_flakes

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Miron
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—¡AYUDA! ¡Alguien por favor ayúdeme!— Gritaba desesperado un adolescente de unos 19 años de edad de cabello castaño y lentes ópticos mientras "intentaba" correr, su pierna derecha tenía un notable pedazo faltante debido a una mordida mientras que su brazo izquierdo ya no estaba en su lugar, ni siquiera su ropa que ya estaba bastante destrozada. Su rostro demostraba terror absoluto de lo que fuese lo que le seguía, apenas podía iluminar el camino del río con una linterna que empuñaba en su mano derecha, esta misma pestañeaba haciéndole más difícil el saber hacía donde iba; al no poder ver el suelo y gracias al miedo terminó tropezando y cayendo por la orilla del puente que cruzaba, su cuerpo rodó cuesta abajo por la tierra mientras qué «eso» se acercaba cada vez más. Una vez calló en piso firme ya no podía levantarse, la linterna ya no estaba a su alcance y era demasiado tarde... Ahora «eso» estaba sobre él.
«El asesinato de un grupo de adolescentes en la escarpada del río sorprende a pobladores de la ciudad dada la brutalidad del descuartizamiento y tortura. Se registra que una bestia anda suelta en los alrededores, por favor si tiene información o avistamientos sobre este "ser" avisar a la policía de inmediato.»
Observaba perdidamente el trazo de su lápiz dibujar sobre la pequeña croquera sobre su mesa, no tenía ganas de prestar atención a la clase ni de pensar sobre cosas que no le interesaban en lo más mínimo. El boceto pasó de ser un circulo divido en una cruz a un chico usando una máscara blanca con ojos, cejas y labios pintados sobre esta con negro, suspiró y detalló un poco más sus rasgos mientras dejaba que su "imaginación" le guiará para terminar su ilustración sobre tan peculiar persona.
—Señorita Erie.— Llamó sería la profesora mientras le observaba ida en su "mundo".— Señorita Erie Ross.— Llamó más alto al ver que no le prestaba atención. La compañera de banco de la nombrada le dio un pequeño codazo y le indicó que le llamaban. La chica levantó la mirada y observó a su superior que le miraba con seriedad.— ¿Nuevamente dibujando en clases?, lea la página 37 del libro.— Indicó con algo de resignación mientras la chica asentía y se levantaba para comenzar a leer.
—En 1939 ocurrió un gran suceso en la presidencia de Chile...— Leía con total naturalidad mientras sus ojos bajo los anteojos de aumentó iban frase por frase de la página.
Dejó de lado un momento el dibujo e intentó concentrarse en la clase de alguna manera, aunque no lo logró. Sus pensamientos divagaban y dejaban que la realidad se viera lejana y borrosa.
No quiero volver a casa... No quiero oír peleas de nuevo... No quiero volver a tener insomnio...
Suspiró y se quitó los anteojos mientras suspiraba y peinaba un poco su cabello castaño. Extrañaba esos días en los que al menos podía desahogar su frustración y hundimiento a través de dolor físico, ahora no podía hacerlo por esas "personas" que decían ser sus amigos y pareja, ¿Realmente valía la pena fingir tanto?.
Desvío la mirada del pizarrón a sus manos. Estas estaban rojas por el frío y algo adoloridas, inspiró profundo y pensó en la última vez que había logrado dormir, aunque no pudo recordarlo. A veces deseaba de lo más profundo de su corazón irse lejos de ese lugar y del mundo... Si no estudiabas no eras nada, si no sabías de números eras imbécil, si no obtenías trabajo eras un inútil, si no tenías muchos amigos o pretendientes eras un antisocial de mierda, si eras tú mismo te lastimaban y humillaban; incluso si todo era al revés era lo mismo. Odiaba a la sociedad, a las personas y a ella misma, le daba asco el simple hecho de pensar en que cada persona pensaba que los demás eran un asco y que ella misma pensaba eso de todos.
La campana de salida tocó y se levantó de su asiento mientras guardaba sus cosas para seguido, salir del aula de clases, caminó por el largó de pasillo hasta llegar al final y encontrarse con su "novio". Sentía que no era nada para él, sabía que si ella moría a él no le importaría y qué podría salir adelante, dejó salir otro suspiró y comenzó a ver en su teléfono las redes sociales hasta que vio algo llamativo entre algunos links.
«"Cambia tú vida": ritual para experimentar un cambió drástico en tú vida y hacerle cambiar de una manera increíble.»
Dudó un momento pero se atrevió a abrir el link en pantalla. Éste le llevó a una página algo tétrica en la que se alzaban imágenes de diferentes "signos", como estrellas, círculos, pentágonos, etcétera. Investigó la página hasta llegar a lo que buscaba; comenzó a leer con calma y sonrió. No era difícil, podía hacerlo y salir sana y salva con una vida mejor a la que debía enfrentar cada día desde hace 16 años que todo se desmoronó en su familia con su nacimiento. Sacó screenshots de la página, lo haría durante la hora estipulada, ya no había nada que le hiciera dar vuelta atrás.
Ya estaba en su hogar y fingía dormir mientras sus padres peleaban casi por quinta vez en menos de dos horas. Había buscado todo lo necesario para cumplir el ritual de "invocación" a la entidad que cambiaría su vida. Poco tiempo después sus padres se fueron a dormir a la vez que a ella ya la creían dormida, se levantó con cuidado de su cama mientras sacaba todas las cosas del armario en que las había escondido. Dejó la hoja con el dibujo de una estrella de siete puntas en el suelo mientras le rodeaba con una cinta de color rojo y en medio colocaba una de sus posesiones más importantes, un cuaderno pequeño de dibujos en los que plasmaba algunos de sus cuantos gustos entre los que más destacaban unos chicos de dudosa cordura, denominados "Proxys"; antes de este ritual ella ya había hecho algunas otras invocaciones en las que no logró mucho más que pequeños sustos por sus mascotas o vecinos así que creyó que ninguna era efectiva y se rindió, hasta ese momento. Suspiró y tomó las dos velas que encendió en sus manos, sin ninguna protección cómo decía en línea, cerró los ojos y comenzó a recitar lo que especificaba el ritual.
«Hoy mi vida quiero dejar, Dejar de ser quien soy. Estoy a tus ordenes, Oh gran soledad que lo ves todo, Oh gran tristeza que lo sientes todo, Oh gran divinidad que lo aciertas todo. Por favor escucha mis suplicas y ayúdame. Quítame esta vida injusta Y concédeme una justa y limpia, Seguiré tus decretos y derechos. Por favor no dejes que tú seguidor Muera en manos de la injusticia... ¡Oh, gran divinidad!.»
Se quedó en silencio mientras dejaba que la esperma de la vela cayera sobre sus manos y de vez en cuándo soltaba uno que otro quejido. Una de las velas se derrumbó cómo si de arena se tratase y la otra se consumió y mojó la mano de la chica cómo si fuese de agua, sólo entonces abrió los ojos y lo vio. Esa "divinidad" está mirándola desde muy cerca, podía sentir un olor de putrefacción muy fuerte emanar de él, su rostro estaba deforme y lleno de yagas, vestía ropa negra y tenía grandes «tentáculos» que más bien parecían grandes acumulaciones de humo negro y espeso saliendo de su espalda, tragó en seco e intentó hablar pero esa "cosa" tomó con fuerza su mandíbula rompiéndola de un sólo tirón, la chica intentó gritar por el dolor pero el ente entró en esta sin darle tiempo de nada.
Sentía cómo comenzaba a sofocarse mientras la cosa entraba en ella, las lágrimas no tardaron en salir y su cuerpo comenzaba tener un ataque de temblores por todas sus extremidades. Una vez terminado el consumismo de esa bestial entidad, la chica respiró cómo si recientemente naciera y trató de tocar su boca, pero no sintió nada. Tocó desesperada su rostro pero en él no había casi nada, ni nariz, ni boca. Apenas tenía sus ojos pero veía todo muy oscuro y borroso, intentó levantarse pero sus piernas no respondían, bajo la mirada y las vio... Estaban alargadas y muy delgadas, cómo si sólo fueran huesos; pronto miro sus manos y brazos, estos estaban igual que sus piernas pero sus dedos estaban en formas extrañas, cómo si sus huesos estuvieran quebrados y con forma de garras.
Sintió la necesidad de comer carne en ese momento, pero no cualquiera, carne humana. Entonces en ese momento el verdadero dolor llegó.
La desesperación la inundaba y el hambre también, enarco la espalda y tiro fuerte en lo que antes era su boca para ir desgarrando lenta y dolorosamente esa parte para revelar una gran boca llena de dientes afilados y una lengua larguísima. Entonces alguien golpeó la puerta.
—¿Erie?.— Preguntó un hombre notoriamente enojado.— ¿Erie, que estás haciendo?, son las 3 de la mañana.
Ya no podía controlarse, apenas el hombre abrió la puerta e ingresó le atacó mordiendo su yugular y quitando gran parte de su hombro. Una mujer gritó desde la habitación del lado y el llanto de un niño pequeño le llamó la atención; el festín apenas comenzaba.
Las sirenas de la policía sonaban fuera del hogar de los Ross mientras los vecinos daban testimonios y los del servicio médico se llevaban lo poco y nada que quedó de la familia a la morgue.
—No pudimos ver que o quien fue, pero se llevó a la hija de ellos.— Aclaró la vecina de junto con notoria preocupación. Los agentes no pudieron hacer nada para establecer sucesos, todo fue muy extraño y con una brutalidad en la que sólo una bestia podía lograr. En tanto que a la joven no la pudieron encontrar en las siguientes semanas, dejando devastada a la familia y amigos. Lo que no sabían, era que ella jamás volvería a ser la misma chica que conocieron y ahora había cambiado su vida, convirtiéndose en un monstruo que caza durante la noche por la ciudad y por el desierto... Ella sería desde ahora el "cazador del desierto."
 
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