WilkerTown

shinhy_flakes

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Estábamos en la Minivan de mi hermano, una Volkswagen. Mi hermana, Elisa, nos había dicho hace ya tiempo, que nos habían invitado a un pueblo en medio de la nada. George, mi hermano, era el clásico hombre de deportes y chicas, era el quien sus amigos llamaban y apodaban “el macho”. Pero dejaré de hablar sobre mi familia para contar lo que sucedió en el abandonado pueblo de… WilkerTown.
» Era el doce de septiembre… ¿cuál año? No me acuerdo muy bien. Me encontraba en la Minivan de mi hermano, con una migraña fuerte. Había estado estudiando para el examen, me iba a graduar en historia, era muy bueno en eso; historia. A mi hermana la habían invitado a una excursión, o un paseo a un pueblo, un pueblo que según yo creo, era uno fantasma. Habíamos salido de la ciudad hace cuatro horas, el pueblo estaba muy lejos, en medio de la nada. Había dormido tres horas, la otra me había quejado del terrible e insoportable dolor de cabeza. No tenía ganas de hablar.
—Hermana, ¿Cuánto falta para llegar a ese pueblo en medio de la nada? —dijo George; mi hermano, a mi hermana. Elisa se dispuso a mirar por la ventana, y a lo lejos, un letrero mal iluminado, que se iba acercando a medida que avanzábamos, decía:
“Bienvenidos a WilkerTown”
No decía nada más—. Creo que faltan unas dos horas… —dijo Elisa, mirando de reojo a George—. ¿Crees?... ¡¿Crees?!... Hermana, ya dijiste eso hace dos horas, es mejor que me digas la verdad —Elisa no repuso, sólo se le quedó mirando.
Ya han pasado las dos horas, y mi dolor de cabeza cesó. Me acomodé en el asiento, en el cuál, estaba muy incómodo. Los vidrios estaban empañados, y mi hermano hacía todo lo posible para poder ver. Las luces de la Minivan no eran lo suficientemente fuertes para poder iluminar bien el camino, así que íbamos a ciegas. Miré detenidamente al frente… unas luces, varias luces venían hacia nosotros, mi hermano empezó a asustarse, era una vía unidireccional, y sólo iba en sentido norte.
Se acercaba más y más, mi hermano no sabía qué hacer, y al final, se orilló de manera brusca. Era una camioneta la que pasó rozando al lado de nosotros. Estábamos asustados. A mí me palpitaba el corazón. George soltó unas cuantas groserías al conductor. Nos dimos unos segundos para que nos relajáramos, cuando decidí que quería aire fresco, abrí la puerta, y con lo que me encontré, no tenía palabras…
—¡George! ¡Elisa! ¡Salgan ahora!! —grité, estaba perplejo ante lo que estaba viendo. Nos hallábamos en medio de un bosque, y un poco lejos se veían unos dos pilares gigantes. Pero… si antes estábamos en la carretera, y yo mismo corroboré que no había bosques, que era como un desierto.
—Pero… si estábamos en la carretera, como es que ahora hay bosque por todas partes… —dijo Elisa, perpleja y atónita. George corrió al auto, y trató de encenderlo, pero, no prendía, no hacía menor ruido, salvo el del motor tratando de prenderse, nada, sólo el silencio absoluto. Estábamos en medio de la nada. Busqué mi teléfono, pero no tenía señal, estábamos de verdad varados. Elisa se asustó, su respiración empezó a acelerarse. Yo, por mi parte, empecé a oír susurros, susurros provenientes del oscuro bosque.
—Creo que lo mejor será ir a esos dos pilares, alcanzo a divisar unas casas. Quizás podamos pedir ayuda —dije, pero la mirada de mis hermanos era… casi… vacía, sin ojos. Me restregué los ojos, y estaban normales, con expresiones, asustados.
Quizás era normal, estaba asustado, y estaba alucinando. Nos dirigimos a donde los dos grandes pilares, que eran oscuros; que absorbían la poca luz que daba la luna. En uno de los pilares un cartel de madera que tenía escrito algo:
Bienvenidos a WilkerTown
Un lugar lleno de alegría, donde nadie tendrá que preocuparse.
Cuidado, a todos los visitantes, no se acerquen al bosque Dark Entry, por su seguridad, es mejor.
Población estimada: --
Un letrero bastante extraño, la “población estimada:” estaba manchada con algo, algo… pegajoso. Veíamos que las casas estaban vacías, las puertas quemadas o abiertas, las ventanas rotas. A lo lejos, veía unas construcciones iluminadas, les dije a mis hermanos, ellos aceptaron. Cuando llegamos a las construcciones, una de ellas portaba un letrero, “Posada” y el otro “Taberna”. George sugirió que fuéramos a la taberna, para poder hablar con alguien y que nos ayudara. Entramos y lo único que había eran dos hombres borrachos, ambos tirados en el suelo, y el tabernero.
—Hola… ¿usted sabe, de casualidad si podría decirnos donde queda un teléfono o alguna salida a la carretera? —El viejo se le quedó mirando, no se veía menor expresión, no tenía vida, sus ojos estaban vacíos, estaban cristalinos.
—No… hay… salida… S-solo… la… muerte… —dijo aquel viejo—. Ve… a… la… p-posada… allí podrán… dormir…
El viejo daba mucho en que pensar, sería que estaba delirando, porque daba mucho miedo. Salimos de la Taberna, y nos dirigimos a la Posada, que sólo quedaba a unos cuantos pasos. Era una estructura vieja, del siglo XX. Dentro, un hombre, viejo, al igual que el otro. En el escritorio, un pequeño letrero que ponía: “William J.S”
—Disculpe… —George volvió a decir lo que le dijo al otro viejo, pero este se veía que no entendía nada, y su cara, era aún más inexpresiva—. ¿Nos puede dar unas habitaciones? —dijo Elisa—. Tenemos dinero… —Aquí… no sirve eso… —dijo con frialdad el viejo. Siguiente a eso, se paró de su puesto, y nos guió a las habitaciones. Estábamos de pasillo en pasillo, subiendo escaleras, y cada vez se me hacía más y más lento el trayecto. Cuando al fin llegamos, el viejo nos dio explicaciones, de que cada uno tenía que dormir en habitaciones distintas, y que no entráramos a la habitación No. 13.
La noche se hacía para mí, más y más lenta, no tenía ganas de dormir, puesto que no sentía la necesidad de aquello. Quería estar en esa habitación, saber lo que allí ocurría. Bueno, no tenía nada que perder, así que me levanté de la sucia y vieja cama, me acerqué lo más silencioso posible a la puerta, la abrí y miré a ambos lados del pasillo, comprobando que no había nadie. Cerré la puerta con cuidado, y me puse enfrente de la habitación No. 13. Emanaba un aire de misterio y horror al mismo tiempo. Estaba abierta, así que aproveché y entré. Estaba oscuro, metí mi mano en el bolsillo, y tuve suerte al tener la caja de fósforos. Prendí uno y pude, con dificultad, ver una lámpara de queroseno, me acerqué y la prendí, con lo que pude ver un escritorio y, el interruptor de la luz. Cerré la puerta atrás de mí, y prendí la luz. La habitación era oscura, no tenía ventanas, y no había cama. Papeles regados por el suelo, libros quemados o mojados, el olor a moho era desagradable, y el escritorio era viejo y anticuado. En él, una pila de libros, y en medio, uno grueso, cubierto por mucho polvo, al lado, uno más delgado, con un extraño símbolo. Mis deseos de descubrir que era lo que tenía escrito era muy grande.
Lo abrí y me encontré con una foto del siglo XIX, o eso creo, estaba vieja, y escrito en la parte de atrás, un mensaje en latín:
“Manus dei, mentem diaboli... et oculos inanis.”. Sabía lo que estaba escrito, había estudiado lenguas el año pasado. Ponía lo siguiente:
La mano de Dios, la mente del diablo... y sus ojos vacíos La otra frase parecía griega. Me senté en el sillón, de la habitación; sí, no había cama, pero si un sillón. Parecía un diario:
» Soy Henry L.A. y este pueblo es un mundo distinto, no sé qué fecha es, no tengo reloj, o calendario, todos los habitantes suelen hablar a menudo de un extraño acontecimiento. He contado los días y las noches, he contado más de 1095 días, o más bien, tres años. El viejo de la posada me dio la habitación 13 a regañadientes, no quería que estuviera aquí. El tabernero, al que siempre acudo por licor, siempre dice “No hay salida, sólo la muerte”. Aún no le he entendido, pero luego me dice: “Ya lo verás”.
» Este es el día, no me importa, pero pasaré por el bosque, cueste lo que me cueste, pasaré por las maderas que gritan, ese bosque; el Dark Entry, saldré de aquí.
» Tengo pesadillas, pesadillas horrendas, y escalofriantes, perturbadoras. Sueño que un ser alto, sin ojos, con los dedos largos… y sus vacíos ojos…
» Ya han pasado dos semanas, y ahora el pueblo está completamente sólo, exceptuando al tabernero, sus dos borrachos, el posadero y yo. Todos, absolutamente todos se han ido. ¿Por qué? No lo sé, sólo sé que estoy solo. Y tengo que buscar la forma de salir.
» He ido a una pequeña biblioteca, donde me he encontrado con un peculiar libro. Es viejo, pero sé que me podrá ayudar. Está escrito en latín, y otros idiomas, es grueso, y polvoriento.
» Me he quedado días enteros en la posada, leyendo este libro, parece que tiene una especie de ritual, donde se especifica un sitio: “Las maderas que gritan”, dice que es un acto sumamente peligroso, y sumergiría a cualquiera en una locura, aparte de tener conductas suicidas. Creo que esta sería la única salida que me queda, el suicidio.
» Estoy seguro, voy a hacer el ritual “las Maderas que gritan”, y así poder irme, sé que esto no es lo mejor, pero es mi única alternativa. Hoy, a la noche, empezaré con el ritual, y que Dios me perdone.
» No tuve el valor necesario, no pude hacerlo, lo único que pude hacer fue clavarme un vidrio en mi pierna. Es mejor que deje de hacerlo, y no continuar con el ritual, aunque diga que, si no se termina, el ejecutor morirá de la peor manera.
» Hoy es mi último día en este pueblo, WilkerTown, está embrujado. Hoy me acerqué a las puertas del bosque, y pude oler un pútrido olor a carne podrida. Luego pude ver, los cuerpos de todos los habitantes desaparecidos, muertos, esparcidos por el suelo, las ramas; colgando. El tabernero dijo: La muerte es la única salida. Bueno, tenía razón, ahora, que lo sé, me suicidaré, en la habitación 13, con el libro, y WilkerTown será mi…
Cuando terminé de leerlo, mi sangre se heló, estaba tan… no sabía cómo describirlo. Abrí el libro polvoriento, el cual se supone que tenía el ritual, “las maderas que gritan”
Lo leí bien. Después de hacer lo principal del ritual, y al llamar su nombre, si uno sentía que el suelo temblaba, tendría que escalar un árbol, esperar a que gritasen tú nombre, y luego botar una hoja, con eso, estarías seguro, pero no por mucho tiempo, luego tendrías que tirarte del árbol, y gritar, gritar como nunca lo hubieras hecho, luego, una cara sonriente, sin ojos, sin vida, vendría a por ti, en ese entonces, tus pies y piernas te estarían doliendo, tendrías que subir al árbol…
Lo demás estaba cubierto en tinta, no podía leerlo.
Sonó un grito ensordecedor, me di cuenta que era mi hermana, y salí corriendo, no estaba en su habitación, luego el grito de mi hermano, pero tampoco estaba. Salí de la posada, hasta la Minivan, y allí estaban, en la entrada al bosque, ambos estaban ahí, parados, mirando, y sus ojos… sus ojos estaban vacíos… “la mano de Dios, la mente del diablo… y sus ojos vacíos.”
Los vi, como se quitaban la vida, lentamente, desangrándose, mientras caminaban a la oscuridad del bosque, luego gritaron, y luego más gritos, gritos de muchas personas, al final, sólo el susurro de las hojas. Me arrodillé y… nada más podía hacer, sólo esto. Suicidio, era la única salida, para salir de este pueblo, para salir de WilkerTown. Escribí cartas en varias hojas, las doblé y las guardé. Las deposité en la Minivan, y cogí el cuchillo de la posada. Luego, proseguí a quitarme la vida.
» [En las noticias]: El quince de septiembre, en la carretera, se pudo encontrar el cuerpo de un joven, con un cuchillo clavado en su garganta, con las piernas cortadas y sin ojos. Se encontraron varias cartas diciendo una historia de un pueblo llamado WilkerTown, el cual, hace ya más de cien años que no existe, y que ahora es sólo un bosque, también un libro, con un extraño símbolo. Los científicos pudieron hacer el Carbono 14, y descubrieron que el libro tenía más de ciento cincuenta años. También se reportaron casos de desapariciones de otros dos jóvenes: George Alexander y Elisa Athens. La Minivan, donde se presume que iba, estaba manchada de sangre, no se sabe lo que pasó allí. Sólo las notas, y el cuerpo del muchacho. Escrito en su pecho, un mensaje:
“Manus dei, mentem diaboli... et oculos inanis.”
 
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