La forma de la pesadilla: Capítulo 3

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Sección 03: ‘Imperios Secundarios’​

Con el colapso del Astronomicón y la caída de Terra, el Imperio, como ya se comentó antes, fue completamente despedazado. Para el M43 en adelante, incluso el concepto de un Imperio humano unido se volvió casi imposible, pues varios poderes locales y megalomaníacos egoístas aprovecharon estos momentos para atacar. Ya no había un Imperio. Tal monolítico concepto había muerto en las llamas de la anarquía. Desde entonces han habido cientos de Imperios y Reinos Secundarios. Algunos eran del tamaño de sectores, otros consistían únicamente en un sistema o planeta. Algunos de estos Imperios clamaban tener autoridad desde Terra e intentaron unificar, otros abandonaron al Imperio, declarándose a sí mismos avatares de Él, o incluso intentando suplantarlo completamente. Algunos mantuvieron la postura xenofóbica del viejo Imperio, mientras otros se volvieron laxos o simplemente ignoraron las enseñanzas de la iglesia. Algunos, como Ophelia, llevaron su fervor demasiado lejos.
Hay que recordar que muchos, muchos mundos Imperiales simplemente colapsaron, pues las tormentas disformes los aislaron de sus suministros esenciales. Este fue un problema particular para muchos Mundos Colmena, que simplemente murieron de hambre en algunos años, pues los Mundos Agrícolas cortaron lazos con ellos, ya sea por las tormentas disformes, o por señores de la guerra locos que robaban los suministros antes que llegaran.
Tomaría años explicar cada imperio creado hasta ahora, y cada situación que hayan pasado. Sin embargo, se procederá a describir a los Imperios Secundarios más grandes e influyentes creados (junto con sus apodos para diferenciarlos. En la realidad, cada uno de estos Imperios Secundarios se llamaba a sí mismo ‘El Imperio’, pues se rehusaban a aceptar la legitimidad de sus rivales).
1) El Imperio del Comerciante Independiente
El más oriental de los Imperios Secundarios, el Imperio de Gerhed Lussor es posiblemente el más cambiado de los Imperios. Durante las primeras décadas de caos total posteriores al colapso del Astronomicón, el extremadamente exitoso comerciante Lussor, fue forzado a realizar un viaje disforme al Sistema de Corrin, junto a su grande, bien suministrada (y bien armada) ‘flota de comercio’. Lussor era un hombre astuto y aprendido, y la muerte de todos sus Astrópatas le dijo que ya no había más Imperio. No desperdició tiempo en incredulidad o shock, sino que se puso manos a la obra.
Sabía que, para proteger sus posesiones en el despertar del colapso, necesitaba formar una base de operaciones, y adquirir propiedades y territorio. Corrin serviría. Hizo un desembarco planetario sobre Corrin II, un populoso Mundo Colmena y la capital del sistema, y discutió varios tratos de ‘protección’ para el planeta, entrando en negociaciones con el equipo de gobierno del Lord Gobernador. Sus escribas y abogados-académicos, utilizando litigios y jerga complejos, lograron enclavar a Lussor dentro del proceso gubernamental, introduciéndolo en la posición esencial de Defensa y como chambelán de Cultura. Con el paso de los años, este rol se ramificó a otras áreas, como manufactura de armas y seguridad interna, aunque sabiamente mantuvo a los Adeptus Arbites como agentes, aunque ahora su rol se expandió a todo el sistema de seguridad, en lugar de solo ejecutar la Ley Imperial. Usando su patrimonio adquirido, y sus vastos recursos, compró la espira sur de la colmena para sí mismo, y construyó un lujoso complejo departamental, con grandes terrenos.
Sus ambiciones llegaron más lejos, sin embargo. Cuando se llevaron a cabo las elecciones para el siguiente gobernador, dos décadas después, Lussor estaba allí, patrocinando a un candidato prometedor para el papel. El gobernador eventualmente escogido fue su hombre, quien le dio un poder sin precedentes sobre el sistema. Integró su flota con las grandes flotas de monitores y naves de defensa del sistema, antes de utilizarla para asegurar otros mundos en el sistema (como la luna penitenciaria, orbitando Corrin V). Fundamentalmente, Lussor reconoció la necesidad de una fuerza de combate efectiva, más allá de las Fuerzas de Defensa Planetarias, para que él pudiera asegurar territorios más allá del sistema Corrin. Corrin era un sistema promedio, con la excepción de que, sobre Corrin II, había una gran instalación de almacenamiento del Adeptus Mechanicus ubicada en el continente occidental. Usando a su corrupta ley local, utilizó sus poderes para inspeccionar toda la extensión de las instalaciones. Aquello que encontró allí alteraría el curso de la historia del Imperio del ‘Comerciante Independiente’ notablemente. Miles y miles de servoarmaduras patrón Corvus de Marines Espaciales. Amenazó con destruir a los Tecnosacerdotes restantes del mundo, a menos que adaptaran esas armaduras para soldados humanos. Ellos, dándose cuenta que estaban completamente aislados de sus hermanos, aceptaron estos términos. Pragmáticamente, Lussor se dio cuenta que no podría hacer servoarmaduras de tamaño perfectamente humano, así que las combinó con elementos de armadura de caparazón, para poder producirlas mejor en masa.
Sin embargo, aún necesitaba cuerpos para llenarlos. No quería sacar de las reservas de las FDP, y se rehusó a utilizar a su ejército personal para esta tarea. Así que se volvió hacia los trapos sucios de Corrin: los más bajos de los mundos colmena, y los convictos apresados en la fría luna de Corrin V. Logró persuadir a muchos a ofrecerse voluntarios, ofreciéndoles el perdón, comida gratis, y la posibilidad de drogas y violencia para estos asesinos endurecidos, a cambio de sus servicios. Estos brutos fueron entrenados por los mismos soldados de Corrin, e incluso por el único Astartes en el equipo de Lussor: el Sargento Procur de los Cicatrices Blancas. Estaban equipados con los bólteres más antiguos y baratos que pudo gorronear (pues eran los únicos disponibles). Incluso entonces, no había realmente suficientes, por lo que muchos de los blindados de las tropas de choque tuvieron que conformarse con armas automáticas de grueso calibre. Preocupado por su lealtad, Lussor llevó a cabo una astuta estrategia. Le entregó a los soldados un montón de estimulantes y drogas de combate. Éstas los hicieron muy rápidos y fuertes, y tenían el beneficio adicional de ser muy adictivas. Estas tropas de choque se hicieron dependientes de estas drogas, y aseguraron su constante lealtad. Lussor, pícaro como era, los llamó presuntuosamente ‘Marines Espaciales’.
Al cabo de algunos cientos de años, el Imperio del Sistema Corrin enfrentaba un problema mayor. Las reservas de comida estaban en niveles peligrosamente bajos, después de tantos años separados de cualquier comercio con los Mundos Agrícolas locales. Afortunadamente, las tormentas disformes parecían aclararse a este punto, y Lussor tomó esta oportunidad con ambas manos. Ordenó a sus flotas dirigirse al mundo agrícola tan rápido como podían. Lideradas por Procur, también despachó a sus ‘Marines Espaciales’. Usando una serie de cortos saltos disformes, a la flota le tomó un par de meses llegar a un mundo agrícola cercano (lo que normalmente tomaría solo una semana, antes del colapso de la luz guía del Emperador). Eventualmente, llegaron al mundo agrícola. Al principio, el mundo se negó a someterse al ‘Imperio’, y entonces Procur lideró a sus ‘Marines Espaciales’ a la batalla. El saqueo del mundo solo tomó un par de semanas. Los psicóticos y letalmente eficientes ‘Marines Espaciales’ superaron completamente a las dispersas e inexpertas Fuerzas de Defensa Planetaria locales. El planeta estaba sometido, y el comercio se reanudó con Corrin ese mismo año. Esta fue la primera acción entre muchas que los ‘Marines Espaciales’ de Corrin emprenderían.
Durante las siguientes décadas, este Imperio Secundario abarcaría un total de veinticinco mundos. Con ello, la fuerza de los Marines Espaciales se expandió también, además de las tropas auxiliares sin servoarmadura, las cuales eran utilizadas para guarecer mundos capturados. El imperio bajo Lussor era extremadamente pobre, pero muy ingenioso. Cualquier resto de tecnología, sin importa qué tan extraña e incompleta estuviera, era utilizada por los Adeptos de Lussor, y convertidas en cosas que podríamos considerar útiles. Bombas de control remoto, chasis de Land Speeder convertidos, robots programables de baja calidad, y varias otras extrañas piezas de tecnología. Todo tenía un uso. Lussor también fue abierto a la hora de reclutar, permitiendo a mutantes y demás escoria en su ‘Ejército Imperial’, cada uno con sus propios regimientos.
De esta manera, un comerciante se convirtió en gobernador, y reconstruyó su pequeño Imperio propio en algo semejante a la civilización.
2) El Imperio de Ophelia
En aquellos oscuros y caóticos días de cataclismo, cuando el Emperador finalmente murió, parecía como si el centro de la Iglesia Imperial hubiera sido arrancado por siempre, y convertido en polvo. Sin embargo, el Eclesiarca se las arregló para escapar de Terra, incluso aunque los demonios comenzaban a emerger del Palacio Imperial como una ola de vil fango.
Aunque la mayoría de su flota fue o destruida durante el escape, o arrastrada a la locura durante el turbulento tránsito disforme, la cabeza del Ministorum sobrevivió, y descendió sobre Ophelia, el segundo sitio más sagrado en todo el Imperio.
La guerra y la anarquía desgarró al Imperio, y rápidamente se dieron cuenta que necesitaba de un punto de reunión. Así, el Eclesiarca, Pius Guia, reunió a todos los Astrópatas que no habían sido consumidos por la repentina pérdida de su punto de anclaje en la Disformidad, y les ordenó enviar un mensaje: Este mensaje era un llamamiento a las Adepta Sororitas, ordenándoles a todas, sin importar donde estuvieran, que regresaran a su centro espiritual.
Durante la siguiente década, las Órdenes hicieron su camino hacia Ophelia, luchando contra el caos y la locura consumidora, para volver a su hogar. Más de la mitad de las Hermanas de Batalla, las órdenes militantes, murieron en las terribles guerras contra el Nuevo Devorador, y menos de la mitad de las sobrevivientes lograron llegar a Ophelia. Muchas murieron en el tránsito, atrapadas en mundos aislados, o de otra forma asesinadas por monstruos hambrientos que emergían desde las profundidades de la locura; con la caída del Imperio envalentonando a estos terrores lo suficiente para dejarles actuar.
Aún así, las Hermanas llegaron, y Ophelia fue asegurada. Xenos y fuerzas demoníacas fueron despachadas de los mundos alrededor de Ophelia dentro del rango de cortos saltos disformes, y un Imperio de casi treinta mundos fue gobernado directamente por el Ministorum-en-exilio. Pius pronto declaró que su Imperio era el único Imperio verdadero, y que solo su Imperio seguía verdaderamente los dictados del Emperador. Se rehusó a reconocer la muerte del Emperador, y reformó sus Leyes Imperiales, haciendo que cumplieran las leyes de la Iglesia de forma más cercana. Su Imperio se convirtió en una teocracia mucho más estricta y poderosa que cualquier Imperio anterior a él. Varias Flotas Navales rotas que sobrevivieron sus tránsitos disformes, cayeron en este nuevo Imperio, y con ellas, llegó una razonable cantidad de Soldados de la Guardia Imperial, quienes rápidamente se convirtieron a las doctrinas más piadosas del Imperio de Ophelia.
Patéticamente agradecidos a sus salvadores, los humanos sobre estos mundos rápidamente volvieron a convertirse a la Iglesia Imperial. Fanáticos obstruyeron las calles de cada mundo, flagelantes, agoreros, y recepcionistas llenando el aire con los sonidos febriles de oraciones desesperadas a sus dios muerto. La misma Ophelia, la vasta Catedral que abarcaba todo el mundo, estaba llena de peregrinos balbucientes y civiles desesperados. Todos ellos exigieron entender por qué su dios les había abandonado. ¿Cómo podía perder el Emperador? ¿No era la humanidad la fuerza dominante en el universo? Varios cultos Ascensionistas se levantaron en los mundos de Ophelia. Afirmaban que el Emperador no había muerto, sino que había ascendido a plena divinidad. La caída del Imperio era Su juicio divino sobre el Hombre.
Pius Guia, quien se había ido volviendo cada vez más desquiciado, se prendaba sobre esta idea. La Canonesa Superior Kiralicus, miembro del nuevo cuerpo gobernante del Eclesiarca, el Consejo de los Tres, recomendó precaución. Desafortunadamente, el último miembro del consejo fue el Lord Inquisidor Fyodor Karamazov, el infame Juez Pirofante de Salem Proctor. Estuvo de acuerdo con los Ascensionistas y el Eclesiarca, y así las nuevas reformas se aprobaron. El Emperador, entonces, había ascendido, y había castigado al decadente Imperio. Esta era la visión oficial ahora. La única forma de salvar nuestras almas ahora, declaró Karamazov, era el sacrificio, y el castigo a los obvios herejes dentro de nuestra sociedad. La humanidad fue indisciplinada y monstruosa, y él tenía la cura: fuego.
A través del Imperio, las Hermanas de Pius, y las turbas de Kamarazov de recientes convertidos a Frateris Militia, invadieron sus propios mundos, denunciando a millones como herejes, antes de ser golpeados hasta la muerte con palos y mayales, o arrastrándolos a las naves Brujas del Imperio de Ophelia. Noche y día, Ophelia se iluminó de una tétrica luz naranja, la cual se reproducía a través de las imponentes cúpulas y las nobles y barrocas espiras del sagrado mundo, mientras los hornos dentro de la gigante Catedral ardían casi constantemente, mientras miles de herejes eran enviados, solo para ser arreados hacia las llamas purificadoras uno a uno. Los sacerdotes estaban sobre grandes atriles a cada lado de los horribles hornos, balbuceando alguna retórica demencial desde los diversos libros sagrados que Ophelia había acumulado durante milenios. Karamazov personalmente ejecutó a mil herejes, su Trono del Juicio siendo usado, también, casi constantemente.
La gente de Ophelia, sin embargo, no se resistía a estos fanáticos locos. De hecho, muchos de los más enloquecidos Ascensionistas se arrojaban a sí mismos al fuego, gritando himnarios mientras sus cuerpos se volvían ampollosos y se quemaban hasta reducirse a cenizas. Por veinte años, este reino de terror asesino continuó. Se dijo que este proceso solo se detuvo cuando una joven niña, de no más de seis años terranos, corrió hacia el Eclesiarca, evadiendo a los guardias, y besó sus pies, en adoración religiosa. Antes que pudiera responder, la niña fue baleada por un hombre de la Frateris Militia con los ojos desorbitados. En un terrible ataque de furia, Pius ordenó hervir al hombre desde dentro, y fue llevado junto con los ejecutados. El genocidio se detuvo aquel día, y Pius se dio cuenta que sus órdenes habían destruido incluso lo sagrado.
Él se dio cuenta de esto desesperadamente tarde, pues el Imperio de Ophelia quedó severamente débil luego de este período de caza de brujas. Casi un tercio de la población fue asesinada, y la industria Imperial estaba terriblemente falta de personal para entonces. Luego de otros veinte años, el Imperio aún luchaba, y aprovechó la Guerra de Tallarn para abrir los ojos del nuevo Eclesiarca Honostorio a esta conspicua falta de recursos.
Fue en el 234.M45, que el Imperio de Ophelia entró en conflicto con el Imperio de Tallarn. Los Tallarnianos estaban ubicados justo al este galáctico del Imperio original, y su más grande contribución a él fueron regimientos de la Guardia Imperial especialistas en combate desértico. Con la pérdida del Imperio, Tallarn había sobrevivido sorprendentemente bien, siendo ya un pequeño Imperio con sus propios recursos. A falta de un Tributo Imperial de soldados, les permitió expandir sus FDPs mucho más de lo que fueron capaces originalmente. De hecho, tanto se expandieron, que inevitablemente desarrollaron una fuerza ofensiva activa, y lograron mantener una flota de naves estelares, usando pericia capturada de Adeptus Mechanicus y una abundancia de recursos naturales en una de sus colonias periféricas, que pronto se convirtió en un astillero gigante.
Los Tallarnianos creían fervientemente en el Emperador, pero sus visiones eran mucho más tradicionales que las reformas radicales de Ophelia. Así, cuando Tallarn se expandió hacia el oeste, y se encontró con los mundos de Ophelia, ofrecieron a estos mundos una alternativa a la locura de su Imperio. Muchos civiles en estos mundos periféricos, descontentos con la masiva cuenta de muertos del régimen Opheliano, pidieron abiertamente que Tallarn los salvara (o eso afirmaba el Imperio de Tallarn). Así, cuando las Sororitas llegaban para calmar esas revueltas, las flotas Tallarnianas llegaban para entablar combate. Y así, comenzó la guerra.
Las naves de Tallarn eran de calidad pobre, y muchos de sus ejércitos conscriptos no eran tan efectivos como las altamente disciplinadas Adepta Sororitas. Sin embargo, las Sororitas tenían líneas de suministro muy débiles, y sus recursos fueron deplorablemente agotados. Se dice que, durante la batalla de Caninie, las Hermanas lucharon sin bólteres, pues los suministros de munición de bólter eran muy bajos. En contraste, los Tallarnianos tenían un tren logístico bien desarrollado y, por sobre todo, muy extenso, con numerosas estaciones de desembarco suministrando sus naves entre cada salto disforme. Sus naves eran baratas y terribles, pero numerosas, y superaban a las Hermanas de Batalla. Los Ophelianos perdieron dieciséis mundos en la guerra, y fueron retirados de sus territorios. Todo debido a sus recursos agotados.
Así, Honostorio instigó sus reformas de ‘leva pagana’. Estas nuevas Bulas Eclesiárquicas encargaron a las grandes flotas de naves Brujas a cambiar sus tácticas. Se desperdigaron a través del espacio Opheliano, y buscaron mundos paganos. La población de dichos mundos, debido a sus herejías, debían ser subyugados. Sin embargo, no se les ofrecería la conversión como vía de escape. En su lugar, todos los Cultos Imperiales no-Ophelianos sean Thorianos, Haemóvoros, Cultos a la Máquina o cualquier otro, debían ser puestos a trabajar como esclavos y siervos. Ellos trabajarían los campos de los Mundos Agrícolas sobrevivientes de Ophelia, y serían enviados a trabajar en los mundos industriales que el Eclesiarca permitió construir dentro del Imperio.
Honostorio fue citado diciendo: “El Emperador desea que el Imperio sea reconstruido a su Divina Imagen. Él destruyó el antiguo reino, así que debe ser reconstruido a Sus exaltaciones. Nuestra penitencia ha sido pagada ya en sangre y ceniza. Ahora, el tiempo de la reformación está al alcance de la mano”. Así comenzó la segunda fase del Imperio de Ophelia. De varias formas, esta fase fue incluso más terrible que la inicial. Sin embargo, esa es una historia para después.
3) El Imperio de Delphian
El Lord Inquisidor Delphian era un muy poderoso Inquisidor, y estaba liderando una vasta conglomeración de fuerzas Imperiales, en la limpieza del sistema Carpathis, cuando el Astronomicón finalmente colapsó. Varias miles de sus naves se perdieron en la disformidad, y el resto fueron desperdigadas en alguna parte dentro del Ultima Segmentum. Todos los Astrópatas y Navegantes de Delphian murieron, salvo una, llamada Orichi. Usando sus talentos, Delphian descubrió varios sistemas cercanos, y logró persuadir a la Flota del Almirante para realizar una serie de saltos cortos disformes para alcanzar esos mundos cercanos. Al cabo de seis meses, habían llegado a esos sistemas. El Inquisidor prescindió de cortesías, y cedió instantáneamente el Palacio de Gobierno del mundo Capital, Harken. Cuando descubrió que tanto Harken como el resto de los mundos del sistema habían sufrido pérdidas de sus Astrópatas y disturbios generalizados en sus calles, supo que algo muy malo había pasado.
Esta toma de conciencia se hizo cada vez más evidente a medida que avanzaba el M43. Por trece años, el Inquisidor y las fuerzas de su cruzada lucharon desesperadamente contra ataques constantes de piratas e incursiones xenos, que parecían ocurrir casi constantemente a través de todo el subsector. Mientras luchaban, comenzaron a utilizar inconscientemente a Harken y sus sistemas más y más. Las reservas de Soldados de la Guardia caídos provenían desde las filas Harkenianas de sus FDPs, municiones y suministros fueron entregados por los Señores Gobernadores y provinciales de Harken y los mundos distantes en los sistemas adyacentes.
El Sistema Harken fue siempre una liga no oficial de gobernadores, incluso antes de la muerte del Emperador. Mientras que antes, el Inquisidor probablemente habría destruido la Liga debido a la posibilidad de comportamiento subversivo inherente a ella, ahora la alentaba abiertamente. Las estrechas relaciones entre mundos fueron utilizadas totalmente por el sagaz Inquisidor. Usando su cruzada de Marines de los Cazadores Rojos, los Guardianes de la Muerte y enormes regimientos de Tropas Inquisitoriales y Soldados de la Guardia Imperial, Delphian dejó la Liga de Gobernadores Planetarios (o LGP) relativamente intacta. Sin embargo, se hizo muy claro que nadie vendría a socorrer al Inquisidor y a sus fuerzas. El Emperador había muerto, al igual que su Imperio. Aún así, este no era un problema particularmente terrible para el pragmático Delphian. Durante años de lucha, la infraestructura de su cruzada, y la de los gobernadores de la LGP se habían fusionado significativamente. Su cruzada se dividió, luchando en todos los frentes a través de las fronteras de la LGP, y muchos de sus generales acordaron contratos de defensa con poderosos magnates locales y Señores, ofreciendo protección a cambio de suministros y liderazgo limitado de las mencionadas provincias.
El mismo Delphian se hizo famoso, y varios lo llamaban el ‘quebrantador’, debido a una legendaria batalla en las fronteras, donde el Inquisidor usó su martillo de trueno para destrozar las puertas de una ciudad rebelada, permitiendo a sus tropas entrar en la ciudad y destruir al enemigo. Cuando el antiguo Gobernador de Harken murió, fue con el apoyo popular que Delphian, flanqueado por sus guardaespaldas Astartes de los Cazadores Rojos, entró en la ciudad central, y se apoderó de la dirigencia oficial. Aunque la LGP era un concilio de iguales, el puesto de Harken siempre fue el más poderoso. Con Delphian en el trono, se hizo evidente que ya no era una mera alianza. Era un imperio.
Delphian, intoxicado por su éxito en crear un estado funcional desde las cenizas de un Imperio destrozado, declaró que éste era el nuevo Imperio, el único poder legítimo en el Universo. Y en un intrépido movimiento, se autoproclamó Santo Rey, elegido del Emperador. Aunque los mundos más primitivos de su Imperio de cincuenta mundos estaban listos para aceptar eso, los mundos Agrícola y Colmena más urbanos se inquietaron. Durante este período, hubo cientos de rebeliones. Cada una fue fácilmente aplastada por la milicia feudal de Delphian. La mayor de estas rebeliones fue liderada por Orichi, quien fue declarada oráculo del futuro, y denunció a Delphian como Apóstata y Anti-Emperador. Crucialmente, se ganó el apoyo de un número de Señores en sus cercanías. que se reunieron a su alrededor. Una gran batalla naval sobre el mundo de Fancit decidió esta rebelión, y Orichi murió durante la batalla.
Unificados una vez más, el Imperio de Delphian parecía auto-sostenerse como un poder saciado. Sin embargo, en el 444.M45, el ahora anciano Delphian finalmente murió. Los Gobernadores-Vasallos clamaron que ellos deberían tomar su lugar, pero los Cazadores Rojos respaldaron al hijo de Delphian, Abar Delphian, como el sucesor. No dispuesto a desafiar a los temibles Astartes, los gobernadores accedieron sin incidentes.
Abar era joven e impetuoso. Engañado por las distorsionadas historias del viejo Imperio contadas por su padre, Abar declaró que debían expandirse por la Galaxia, y restablecer el Imperio. Sin embargo, no tuvo en cuenta el hecho de que la mayoría de los mundos todavía se estaban recuperando de casi un siglo de guerra civil. El beligerante Rey ordenó expediciones hacia sistemas vecinos. Sin embargo, estas ‘ocupaciones’ nunca iban a funcionar, pues no tenía los recursos para tales acciones. Al final, éstas se convirtieron en incursiones y guerras de pillaje, donde generales de cruzada avariciosos, poderosos magnates y Señores locales (quienes se volvían indistinguibles unos de otros, los tres estratos tan similares en poder y prestigio) aterrizarían en varios mundos humanos y xenos, aplastando sus ciudades y matando a cientos de miles de personas en matanzas brutales y aleatorias, violando a hombres y mujeres, quemando iglesias percibidas como ‘paganas’, y robando todo lo que consideraban de valor. Abar Delphian permitía esta práctica, pues, no obstante, le proveía de un gran torrente de recursos a su Imperio.
Sin embargo, esto terminaría capturando la atención de otras poderosas fuerzas, que pronto descenderían sobre este Imperio, el cual se consideraba a sí mismo muy fuerte, pero que pronto probaría que estaba totalmente equivocado.
 
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